31 de octubre de 2008

Carta para quien quiera

Las formalidades, tú sabes, no van con mis anhelos de grandeza y sofisticación, y como lo sabes, no te digo ni estimado ni querido ni mucho menos nada de etiquetas odiosas, porque tú eres, desconocido (insertar nombre en este espacio de lagrimas y mirada perdida). Y como buen entendedor y las palabras nunca son cortas, te informo que nuestro boleto a Paris sigue siendo una carcajada de bolsillo. ¿Por qué Francia, desconocido?, porque los dos sabemos que fue tu idea y a mi estas cosas me gustan tanto, eso de idear y querer ser dioses del olimpo que toman café con diez cucharadas de azúcar rubia, pero de esa que venden en la tienda de tu esquina, esa que no conozco pero me la imagino como ese comercial de Metro donde cantan, bailan y al final te cargan como una vedette de los noventa. ¿Te molesta si sigo con el punto y seguido? ¿que dices?. Genial, entonces sigamos con este absurdo, como esas películas de cine independiente que me regalas a cada instante, como si en mi cara se notara que necesito ver cosas como esas, como la barbuda que tuvo a su hijita barbuda y se alegró mucho porque ¡que suerte!, como ella dijo: si hubiese sido hombre, nadita de barba que se ve tan mal. Por eso, desconocido, siempre quise ser una chica Almodóvar pero, dios sabe que las del inicio, las que desesperadas y guapas españolas te decían cosas buenísimas, como las que siempre me dices: "No, Mireya, lo que importa es que no me conozcas y sigas pensando que esto es una broma cargada de muchas sutilezas y hostilidad, de obscenidades y del termino pendenciero que explicaste justo cuando no tenias que malograr la tragicomedia de tu amiga de rato". Oye, pero te quiero demasiado, como imaginarme que puedo y debo ser candidata presidencial y corrupta de tu corazón, con todos esos derechos registrados para mi y nadie más. Contigo la vida no me pesaría nunca si te diera un beso por cada segundo que pienso en ti y eso es decir que quiero vivir contigo hasta el 2094 y si, por favor, los cambios climáticos nos lo permiten, viviríamos hasta siempre aquí en la tierra, en Francia, en Ica o en la casa que tendremos en Barranco, como Chabuca G. que nos dejo sin haber salido por ahí o por acá. No importa, te tengo a ti y eso es tanto como demasiado y demasiado como tanto, que sonrío tímidamente y te agarro de la mano mientras te digo: por ti, sólo por ti, créeme. Y como bien sabes, porque tú sabes mucho, bonito, demasiado y eso me da tanta cólera y envidia de la que sólo tú puedes dar; pero tú sabes que no me gusta terminar con un "cuídate" o una firma improvisada con algún seudónimo mortal. Te digo y diré que nos vemos de acá a un rato, en ese espacio sin saber donde esta, en una nebulosa o rincón de… y… ¡ya basta de tanta crueldad!. Porque: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido. (L. Cernuda)

29 de octubre de 2008

A manera de Stephen King

Mi salón es el 304 (un número menos que el de mi departamento) y está lleno de puras mujeres. Seremos aproximadamente unas veinte y eso me parece horrible, pues pasa que me hace sentir como una secretaria de Sise o una maquilladora de Selene - con esto no quiero ofender a nadie... bueno, la verdad es que sí y mucho -. Cada vez que entro a este salón de terror, me tiembla todo el cuerpo y solo puedo atinar a respirar muy muy fuerte y ser como un machazo mexicano en un capitulo de acción y suspenso. Porque aquí lo que importa, como se darán cuenta, es tratar de no ser una más, una de las tantas mujeres y sus grupos de femineidad con slogan de Susanita y sus hijitos, y con esto no quiero decir que nunca de los jamases aceptaría ser parte de algún grupo rosadito con escarcha en el cabello (como para joder un rato) o estar presente en una hora del té con mi abuela y sus amigas; no, nada de eso, lo que yo quiero dejar bien clarito es que las del colegio Fanny, ese que queda en Jesús Maria, tienen toda la culpa pues provocaron en mi un trauma-rechazo desde que, cada mañana a las ocho, llenaban el micro que me llevaba a la universidad (ahora me voy en uno antiguo y vacío), lo llenaban con temas de niñas y su imprudencia a la hora de bajar. Es por eso que los grupos de cinco chicas para arriba los defino como "bonitas entre ellas y audaces entre quién sabe¨". Y de esta manera cada día, de dos de la tarde a seis de la misma, yo me hecho agua bendita por todo el cuerpo como para, insisto, joder un poquito. A mi no me gustaría terminar mi curso de informática del salón 304 siendo una chica ye-ye.

Pdta: Otro tema sobre esa clase siniestra es mi profesora de 903 años y sus ganas de que dibujemos en paint. Hoy, por ejemplo, dibujamos un yate llamado "Reyna" y teníamos que "den click en Word y escriban tres líneas sobre su dibujo". Ahí les dejo un video como para que se proyecten a las veinte chicas dibujando un yate llamado "Reyna" y todavía escribiendo sobre el.